miércoles, 25 de noviembre de 2015

LA ICONOGRAFÍA DE FILOCTETES EN LA PINTURA NEOCLÁSICA

Concluimos la serie de artículos escritos por la catedrática Assela Alamillo dedicados a la Iconografía de Filoctetes, tratando la representación del héroe griego en la pintura neoclásica.

LA ICONOGRAFÍA DE FILOCTETES EN LA PINTURA NEOCLÁSICA
escrito por Assela Alamillo

(se pueden ver todas las imágenes al final del artículo)

El tema de Filoctetes es recurrente en la pintura del siglo XVIII, en pleno auge de la Academias que se insertan en el neoclasicismo. Las imágenes de Filoctetes que se suceden en el último tercio del siglo XVIII y principios del XIX -de hecho se pueden datar en el corto período que va desde 1770 a 1840- son obra mayoritariamente de pintores franceses, discípulos o influenciados  por el pintor Jacques Luis David, dentro del más teórico clasicismo, que pertenecen a la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes, pintadas con motivo del ingreso en la Escuela o de la participación en el prestigioso Gran Prix de Roma o de pintores de otras nacionalidades que se forman en Roma y participan de los principios estéticos de esta corriente representada por el alemán Johann Joachim Winckelmann y el pintor Anton Raphael Mengs, entre otros.  Por entonces ya hay un mayor conocimiento de las tragedias de Sófocles, aunque en Francia un texto empleado ampliamente como fuente es Las aventuras de Telémaco, de François Fenelon, publicada hacia 1699; en el capítulo XV de la obra el mismo Filoctetes cuenta su historia.

Se pueden distinguir tres grupos de representaciones de Filoctetes en la pintura que vamos a conocer:

-Las que lo presentan solo y como figura principal, llenando el cuadro, que suelen ser modelos clásicos y académicos en que se marca bien el cuerpo humano, desnudo o vestido solo en parte, en los que sólo cambia el gesto. En la mayoría de ellos Filoctetes es un modelo de una clase académica y el artista es un alumno aplicado que refleja bien la teoría aprendida.

-Las que representan al personaje como un complemento del paisaje.

-Las que representan la acción, el momento dramático del encuentro de Filoctetes con Odiseo y Neoptólemo en Lemnos, que son las más interesantes.

De entre las pertenecientes al primer grupo, la primera pintura que conocemos es la del irlandés James Barry, de 1770, realizado durante su estancia en Roma con el título “Filoctetes en la isla de Lemnos(Fig. 1). La presentó en la Academia Clementina de Bolonia  de la que fue nombrado miembro y donde se conserva actualmente. Parece que se inspiró en la pintura que hizo Parrasio sobre el héroe, según un epigrama a él dedicado, pero su estética responde claramente a las corrientes neoclásicas en las que se forma el pintor, sobre todo en su estancia en Italia, gracias al mecenazgo del filósofo y político inglés Edmun Burke. Barry hace una representación de un personaje desgraciado pero su expresión está impertérrita, no lo demuestra. Lo presenta sentado, de complexión vigorosa y de aspecto saludable, sin que refleje los diez años en que ha permanecido en tan malas condiciones físicas. La herida de su pie parece estar ajena al resto del cuerpo.  La venda está limpia y parece reciente y el atuendo que lleva es correcto; su aljaba parece recién estrenada e incluso la paloma que está abatida a sus pies es una agradable visión. Lo único que muestra cierto desaliño es la barba y el cabello largos y descuidados. Pero en general Barry crea una composición académica y armoniosa. Un homenaje al mundo antiguo es la piedra fragmentada sobre la que se sienta Filoctetes, en la que se distinguen esculpidas figuras que imitan las clásicas. Algún crítico ha sugerido que sea Ifigenia, joven que, como él, fue sacrificada por la causa de los griegos.

Filoctetes levanta la mirada como  haciendo responsables a los dioses de la herida que les señala. Por la abertura de la cueva se distingue al fondo el desolado  cielo sobre la línea del mar. Distinguimos sobre las aguas un navío de blanca vela que se acerca a la isla trayendo en él a  Odiseo y Neoptólemo, lo que se puede interpretar de alguna manera como la respuesta de los dioses.

En contraste con la mayoría de las representaciones de Filoctetes en Lemnos que siguen las normas predicadas por el neoclasicismo de reflejar ideales de calma, fortaleza y belleza viril, la pintura del danés Nicolai Abildgaard de 1775 nos ofrece una visión totalmente opuesta a la de Barry. En efecto, la pintura de Filoctetes herido” (Fig. 2) se puede enmarcar más bien dentro del estilo Sturm und Drang porque el artista  expresa la imagen con subjetividad. Se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Copenhagen.  El personaje llena todo el lienzo. Está desnudo, con un atlético cuerpo que recuerda los pintados por Miguel Ángel, al que pudo estudiar en su estancia en Roma, y su aspecto es desagradable; es feo, está encorvado  con el rostro crispado por el dolor, y se agarra fuertemente el pie con su mano.  Tiene largos y descuidados cabellos  que se agitan al aire. Está enmarcado por una piel de leopardo detrás de la cual aparece el arco de Heracles, el objeto deseado por los aqueos. Se refleja el profundo abandono en que Filoctetes está sumido y es una expresión del dolor físico que siente el protagonista.

De 1788  data el cuadro del pintor francés Jean German Drouais  titulado Philoctetes accusant les dieux” (Fig. 3), pintado durante su estancia en Roma, donde pasó los últimos tres años de su corta vida y que actualmente se encuentra en el museo de Bellas Artes de Chartres.  Está muy influenciado por Barry pero también por la gema de Boethos o una copia de la misma que tuvo ocasión de conocer o bien uno de los relieves del escultor Antonio Lombardo. De ellos Drouais copia por primera vez en la pintura el motivo de  que Filoctetes se de aire en  la herida con las alas de la paloma. La figura del héroe, al igual que la de Barry, presenta un cuerpo atlético, un cuidado manto  también de color rojo que le deja el torso desnudo,  los cabellos largos pero recogidos con una cinta, el rostro expresando dolor con la mirada hacia lo alto. Resalta como un motivo propio la importancia que da al arco y las flechas colgadas en las paredes de la cueva y  tiene, en cambio, menor protagonismo el paisaje del fondo.

El pintor Guillaum Guillon Lethière, nacido en la isla caribeña de Guadalupe, que llegó a ser profesor de la École de Beaux Arts de Paris, compañero de Jacques Louis David, pinta y exhibe en el Salón del año 1798 el tema Philoctete dans l´ile deserte de Lemnos” (Fig. 4) que pertenece a los fondos del museo de Louvre, tema que luego va a rehacer con algunos cambios en otras dos versiones. En la imagen se ve a Filoctetes trepando por las rocas en un agreste paisaje para recuperar el pájaro que ha logrado matar con una flecha. Retrata al personaje adecuándolo más al texto de Sófocles que al de Fenelón, como un salvaje solitario, despeinado, con la ropa desgarrada y unas vendas envejecidas. El estilo está más cerca del romanticismo.

En los primeros años del siguiente siglo, en 1807 el pintor romántico francés Pierre Paul Prud´hon pinta un Philoctete” que se encuentra en el museo de Ponce de Puerto Rico (Fig. 5). Estamos ante un joven viril, tal vez demasiado joven, desnudo salvo un extremo del manto que cae por la ingle, en un estudio anatómico en el que se reconoce a Filoctetes solamente porque sostiene el gran arco con una mano y porque su pie derecho está vendado, pero el pintor lo ha escondido porque dobla la rodilla y el pie queda al fondo semi oculto por el manto y la hendidura de la roca.  Prud´hom se distancia artísticamente de David.

El más conocido pintor francés  Michel Martin Drolling, discípulo de David, que llegó a ser profesor de la Escuela de Bellas Artes de Paris,  pinta un Filoctetes” en 1840 (Fig. 6) con las mismas características que los anteriores, sentado a la entrada del antro donde se refugia, sobre el manto que ha caído en la roca, desnudo y llevándose las manos hacia el pie herido para cambiar las vendas. Su rostro enmarcado por el descuidado cabello y barba, se dirige hacia lo alto en el repetido gesto que puede significar pedir cuentas a los dioses.

De Pierre Cabanel (1838-1910) conservamos una pintura sobre Filoctetes abandonado”  (Fig. 7) que se encuentra en el Museo de Sète, que a pesar de tener el mismo título que los de los pintores contemporáneos, ofrece una factura muy diferente. Aparece el personaje echado sobre una roca azotada por las olas del mar que lo rodea,  sujetando con una mano el arco y alargando la otra  hacia el suelo donde yace el ave que acaba de abatir. Tiene un cuerpo vigoroso y los cabellos descuidados.

Por último, el pintor escocés David Scott nos ha dejado una pintura de  1840 Filoctetes abandonado en la isla de Lemnos” (Fig. 8) que posee la National Gallery de Edimburgo en la que éste aparece echado de espaldas en una roca de la orilla del mar, mirando hacia arriba en gesto contenido de dolor, con los puños cerrados y el pie herido sumergido en las aguas del mar Egeo en un intento de encontrar alivio a sus dolores. A su lado el arco y las flechas. Al fondo en la línea del horizonte se adivina una serie de barcos con sus velas extendidas. Su estilo es parecido al de los románticos Gericault y Delacroix.

En cuanto a las obras del segundo grupo, en el que el tema de Filoctetes es un motivo que se incluye en el paisaje, las encontramos también entre los pintores franceses. El primero del que tenemos datos es de 1789, pintado por Pierre Henri de Valenciennes, al que en su tiempo se conoció como el David del arte del paisaje. La titula Pyrrhus apercevant Philoctete dans son ante, a l´isle de Lemnos” y fue expuesta en el Salón de ese año.

Alumno suyo es Achille Etna Michallon, muerto en plena juventud, que en 1822 pinta Paisaje con Filoctetes en la isla de Lemnos” (Fig. 9) que se encuentra en el museo Fabré de Montpellier. El idílico paisaje a la manera más típica del neoclasicismo domina el cuadro y no responde al árido entorno de Lemnos que nos transmite la literatura. La figura de Filoctetes que trepa por las rocas, pintado en un extremo del primer término, se inclina para recoger la paloma que ha atravesado con sus flechas.

Dentro de las obras del tercer grupo, las de acción, sobre el tema del encuentro de Odiseo y Neoptólemo con Filoctetes en la isla de Lemnos nos encontramos la obra presentada al Salón de 1785 para su entrada en la Academia del pintor Jean Joseph Taillasson, titulada Ulysse et Neoptoleme enlevent a Philoctete les fleches d´Hercules” (Fig. 10). El pintor no sigue  con fidelidad las fuentes clásicas  de Sófocles o Fenelon, sino que  los reinterpreta y sitúa a Odiseo en la escena cuando Filoctetes  despierta de su desmayo, lo que no aparece en los textos.  Siguiendo los ideales clasicistas e idealizados predicados por Winckelmann, vemos un héroe vigoroso de cuerpo, con cuidado cabello, con aparente buena salud que sólo contrasta con los visitantes porque está semidesnudo frente al lujoso y atildado atuendo que visten aquellos, lo que hace pensar en un cuadro plástico de una novela barroca.

Con los mismos personajes, cambia la acción en algunos de los artistas que abordan el tema para presentarnos el momento en que Filoctetes apunta con su arco al recién descubierto Odiseo como instigador del plan para arrancarle el arco y, llevado de su cólera, está decidido a atravesarlo con una flecha. Neoptólemo intenta disuadirlo de que lleve a cabo tal acción.

Giovanni Battista Cipriani es un artista italiano que vivió en Inglaterra donde desarrolló su carrera bajo el patronazgo de nobles y fue socio fundador de la Royal Academy. En 1781 pinta la escena (Fig. 11) en un lienzo conservado en Londres, en Spencer House. Vemos a Filoctetes de espaldas con el arco ya tensado apuntando a Odiseo que intenta ocultar su rostro con el manto. El joven Neoptólemo levanta un brazo en su intento de convencer al enojado héroe de que es una misión querida por los dioses.

La misma escena la encontramos en el pintor alemán Asmus Jakob Carstens, que elige la técnica del dibujo y la línea frente al color, en escenas donde predominen las ideas y se refleje la grandeza de las esculturas griegas.  En una ilustración de 1790 conservada en el Gabinete de Medallas del Museo de Berlín (Fig. 12) aparece Filoctetes sentado en una roca y apuntando directamente a Odiseo que hace un gesto señalándole como responsable de lo que se dispone a hacer. El imberbe y joven Neoptólemo ya ha puesto su mano en la flecha intentando evitar que salga del arco.

En 1800 el pintor francés François Xavier Fabré presenta el cuadro titulado Neoptolemus et Ulysse enlevant a Philoctete les fleches d´Hercules” (Fig. 13) que perteneció en un tiempo a la colección de Carlos X y que actualmente posee el Louvre. Mientras Fabre eligió el mismo tema que Taillasson, el espíritu de la obra es la antítesis de éste, la idealizada de Winckelmann, ya que es más  fiel al personaje de la obra de Sófocles.

En efecto, Filoctetes aquí está físicamente afectado por el sufrimiento que lleva soportando tantos años. Frente a otras representaciones, que presentan un héroe al uso, a éste se le reflejan las costillas en su delgado cuerpo y el descuido de sus cabellos contribuyen a la veracidad del personaje. Extiende un par de huesudas manos hacia sus  torturadores que están a punto de lograr su objetivo y dejarlo en la isla sin el arco pidiendo clemencia. Odiseo, tocado con su característico sombrero,  agarra por el brazo al joven Neoptólemo para arrastrarlo al barco que espera y que señala con su mano, una vez que han obtenido el objeto deseado. El noble joven mientras tanto vuelve el rostro hacia Filoctetes y lanza una mirada compasiva hacia el desesperado héroe que les implora. No es seguro que Neoptólemo quiera obedecer a Odiseo y duda sobre la conducta que debe seguir. En general se desprende del cuadro el pathos trágico.

Por último, conocemos una acuarela realizada en 1812 sobre el mismo tema por el pintor inglés William Blake que se conserva en Harward, en el Fogg Museum, con el título Philoctetes and Neoptolemus at Lemnos” (Fig. 14) la única ilustración que el pintor hace de la obra de Sófocles.  Estilísticamente se encuentra muy alejada de la tradición académica.  Es diferente a otras porque aparecen componentes del coro acompañando la acción y la apariencia del héroe es particular, como un joven sin barba. No sabemos con certeza a qué pasaje literario  se refiere la escena ya que es algo desconcertante. La flecha que según una versión se le clava en el pecho de Filoctetes provocando el espanto de Neoptólemo, aquí parece de juguete y no está dirigida precisamente a un sitio concreto. Tampoco es fácil de intuir que está pensando o sintiendo Neoptólemo.

Como vemos el tema de Filoctetes y su aventura heroica ha sido difundido y conocido ampliamente en un periodo de la historia y sus obras permanecen para su contemplación y disfrute en museos o ilustraciones de la literatura.

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martes, 7 de julio de 2015

LA ICONOGRAFÍA DE FILOCTETES EN LA ESCULTURA NEOCLÁSICA

La catedrática de griego Assela Alamillo después de escribir para el blog de Lemnos el artículo "La Iconografía de Filoctetes en la época clásica" (http://lemnosfilm.blogspot.com.es/2015/04/la-iconografia-de-filoctetes-en-la_63.html), continúa con su repaso de las representaciones de Filoctetes en la historia del arte y escribe el artículo "La Iconografía de Filoctetes en la escultura neoclásica", centrado en la escultura realizada en Francia durante el siglo XIX. 

LA ICONOGRAFÍA DE FILOCTETES EN LA ESCULTURA NEOCLÁSICA
escrito por Assela Alamillo

(se pueden ver todas las imágenes al final del artículo)

Filoctetes adquiere grandeza por su debilidad física, por su  amargura y por el dolor que le causa su patético destino. Estas características son transmitidas magistralmente por el dramaturgo Sófocles y es él la fuente en la que se inspiran algunos de los  escultores franceses del neoclasicismo para reflejar al personaje, a falta de modelos de la escultura antigua. El héroe homérico fue relegado por Laocoonte, como representante del dolor físico aunque durante la primera mitad del siglo XIX y localizado en Francia, en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París, es elegido como modelo repetidas veces en los premios y concursos promovidos por ella.

Puede ser considerado Filoctetes como un héroe romántico, que refleja bien el dolor y otros sentimientos, al que se puede representar en postura de un guerrero herido, y la Academia lo propone como modelo en escultura, relieve y bocetos de ambas técnicas, además de en pintura.

Pierre Grégoire Giraud (1783-1836) es el primer artista que en 1806 esculpe un “Filoctetes herido en la pierna en la isla de Lemnos” (Fig. 1) al que representa lleno de energía, manifestando en su rostro la rabia, el odio que siente por sus compañeros y también su dolor físico. Lo vemos inclinado, tocando con su mano derecha la pierna herida que apoya en una roca, en un intento de calmar el dolor. La otra mano, echada hacia atrás, aparece contraída, dispuesta a lanzarse hostil contra los que le rodean. Con esta escultura el artista obtuvo el premio de Roma de escultura de ese año.

Jean Jacques Pradier también conocido como James Pradier (1790-1852), escultor ginebrino, ganó el Premio de Roma de escultura de 1813 con este bajorrelieve titulado “Neoptólemo impide a Filoctetes disparar sus flechas contra Ulises” (Fig. 2) para cuya realización se inspira en el momento final de la tragedia de Sófocles, cuando el héroe acaba de descubrir las malas artes de Ulises para con su persona y Neoptólemo reacciona con nobleza. Se lanza hacia Filoctetes reteniéndole el brazo para que no pueda coger la flecha que va a llevar al arco que sostiene con la otra mano en actitud de disparo mientras él mismo se lleva la suya a la cabeza en un expresivo gesto. En el rostro del herido se refleja el odio y la cólera contra el de Ítaca mientras que éste se mantiene impasible, de pie, esperando el desenlace de la escena, tocado con el gorro o pilos que siempre le caracteriza. Al lado de Filoctetes distinguimos el carcaj con las flechas y la piel de león que, en interpretación de este artista, también recibió de Heracles y que representa una naturaleza muerta en contraste con la acción que emana de los personajes. Y detrás de la pierna izquierda de Neoptólemo se adivinan las armas que el joven heredó de su padre, Aquiles. 

La disposición de las figuras resulta muy armoniosa. Dos piernas  de ambos se entrelazan, y la otra de Filoctetes, por la debilidad que le ocasiona la herida, la apoya en la roca; también sus brazos se apoyan entre sí de modo que el contraste entre la juventud y la madurez queda palpable. En Ulises se puede adivinar un gesto cínico mientras se mantiene al acecho, fuera del tiempo. El artista intenta plasmar en la escultura el lenguaje de la tragedia de Sófocles, interpretándolo plásticamente y aplicando las enseñanzas que ha obtenido del estudio de la escultura antigua.

Los tres personajes tienen las cabezas en el mismo plano y  las miradas de Filoctetes y Ulises confluyen en Neoptólemo que por motivos de conciencia se opone a la razón de estado que representa el impasible Ulises. Son dos enemigos dramáticamente enfrentados entre los que se interpone el joven Neoptólemo y en sus rostros se reflejan los sentimientos de cada uno, la firmeza de las convicciones en Ulises, la cólera en Filoctetes y la nobleza en Neoptólemo.

A lo largo del siglo XIX, sin embargo, tuvo más importancia la figura central de un Filoctetes furioso que el reflejo de la situación que plantea tanto Sófocles como el dramaturgo francés André Gide en su obra sobre el héroe de 1899.

En 1829, en un concurso de la Academia de expresión patética en el rostro es cuando volvemos a encontrar una escultura del personaje. Los profesores dictan cómo deben ser los sentimientos que han de desprenderse del rostro que en este caso son la “cólera mezclada con el desprecio”. El autor es Joseph Marius Ramus (1805-1886) y el título de su obra es “Filoctetes delante de Ulises” (Fig. 3). Al contemplar esta cabeza en la que se dan todos los recursos expresivos posibles no lo relacionamos con el herido en su pierna agobiado por el dolor, sino que más bien representa un hombre violento, un héroe luchador. Sus cabellos están despeinados y luce un gran bigote a la moda de su tiempo en Francia; tiene arrugas en el rostro que reflejan cólera y su gesto es de odio, con los ojos exorbitados por la violencia, en resumen un héroe del romanticismo más que la idea tradicional de Filoctetes.

Tanto en el 1848 como en 1852 Filoctetes vuelve a ser tema propuesto para el Premio de Roma de escultura.

Gabriel Jules Thomas (1824-1905) lo gana en 1848 con la escultura titulada “Filoctetes parte para el sitio de Troya” (Fig. 4). Vemos a un héroe en una actitud diferente a las anteriores. Ya se ha convencido de su deber de partir a combatir con los griegos y mira con rostro sereno y con calma el futuro y su gesto es el propio de un héroe.  Apoya el paso de su pierna herida con el arco que le sirve de bastón que ha recobrado después del engaño de que ha sido objeto y la pierna sana está un paso por atrás, en el mismo plano que el brazo izquierdo en cuya mano sostiene una flecha que ya apunta a Troya. También se puede ver en la escultura la influencia de la lectura de los textos clásicos que hablan del héroe.

Alfred Edouard Lepère (1827-1904) obtiene el Premio de Roma de escultura en 1852 con la obra titulada “Filoctetes herido en Lemnos se entrega a su dolor” (Fig. 5) volviendo al momento de su soledad y sufrimiento por la herida durante su estancia en la isla. Es la representación de un hombre torturado por el dolor que se retuerce en todo su cuerpo y del que el rostro, especialmente su mirada, expresa el sufrimiento atroz. No se aprecia claramente cuál es la pierna enferma sino que todo él lo muestra con salvaje violencia. Se lleva la mano a la frente en un gesto desesperado. Está recostado sobre una roca, desnudo, con el cabello y barbas encrespados y a su lado yacen las armas que se deslizan hacia el suelo. El gesto doloroso recuerda a la escultura de Laocoonte con la que tiene un punto de unión en el sufrimiento.

Jean Baptiste Carpeaux (1827-1875) también en el año 1852 presenta su obra del mismo tema y momento, “Filoctetes en la isla de Lemnos” (Fig. 6) de la que conservamos el boceto y la escultura terminada. El héroe aparece en una postura inclinada, sentado sobre una roca con el rostro levantado hacia el cielo, en el que se refleja un expresivo rictus del dolor. También está desnudo pero del brazo izquierdo cuelga el manto y con la mano sostiene con firmeza el arco que, a modo de bastón, le ayuda a caminar. Cubre su cabeza con el yelmo. Con la mano derecha se toca el herido y dolorido pie. En el suelo vemos el carcaj con las flechas. Se encuentra en el museo de Bellas Artes de Valenciennes (Francia).

Jean Antoine Idrac (1849-1884) recibe el Grand Prix de Roma de escultura en 1873 por  el relieve que representa a "Filoctetes curado por el médico Macaón en el campo de los griegos" (Fig. 7). El héroe, con rostro sereno, ocupa la parte central de la escena, recostado en un lecho y sujetado por uno de los guerreros que contempla atento la intervención del médico. Éste, inclinado, examina el pie de Filoctetes y sobre él otras dos figuras sujetan los utensilios quirúrgicos de que se va a valer. En el centro, sobre la figura echada del héroe, un joven Neoptólemo sostiene el arco y las flechas y su mirada también se dirige a la acción de Macaón. Las figuras están colocadas simétricamente en perfecta armonía y la escena se desarrolla en el campamento de los aqueos bajo la sombra de un árbol.

Esta sería la muestra en escultura que tiene por tema la figura del arquero más famoso del ejército aqueo, Filoctetes, limitada en el tiempo, siglo XIX y en el espacio, la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París.

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lunes, 18 de mayo de 2015

REUNIÓN SONIDO

Reunión entre el director Alejandro Lorenzo y la sonidista Eva Valiño para tratar los aspectos técnicos y artísticos del sonido de Lemnos, tanto del sonido directo como de la edición y postproducción del mismo.

Eva Valiño fue merecedora del premio Goya al mejor sonido por “Te doy mis ojos” de Icíar Bollaín.


miércoles, 29 de abril de 2015

DIRECCIÓN ARTÍSTICA

Ángel Rodríguez de la Compañía Alma Cubrae, encargada de la dirección artística de Lemnos y el director Alejandro Lorenzo analizan referentes y materiales para la creación de las armaduras, armas y atrezzo de la película.  
  
Basándonos en hallazgos arqueológicos, con Lemnos mostraremos por primera vez en el cine como era realmente un guerrero de la época de la Guerra de Troya.


lunes, 6 de abril de 2015

LA ICONOGRAFÍA DE FILOCTETES EN LA ÉPOCA CLÁSICA

En Lemnos se dará vida por primera vez en un largometraje de ficción al personaje de Filoctetes. La catedrática de griego Assela Alamillo escribe para el blog de Lemnos el artículo “La Iconografía de Filoctetes en la época clásica”, repaso de las representaciones de Filoctetes que se realizaron en dicho periodo.  

Assela Alamillo ha traducido las siete “Tragedias” de Sófocles y los “Tratados Hipocráticos” para la editorial Gredos. Es autora de varios libros sobre la Iconografía y la didáctica de la Cultura Clásica y la Mitología, destacando “La Mitología Clásica en el Arte: Los Dioses”, “La Mitología Clásica en el Arte: Los Héroes”, “La Guerra de Troya en imágenes” y “La vida cotidiana en Grecia”.  

LA ICONOGRAFÍA DE FILOCTETES EN LA ÉPOCA CLÁSICA
escrito por Assela Alamillo

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La iconografía del personaje Filoctetes  se corresponde a los distintos episodios conocidos de su leyenda, en los variados escenarios y en sucesivos momentos cronológicos. El personaje ofrece a los artistas, tanto de la antigüedad como en la pervivencia del tema en épocas recientes, posibilidades de lucimiento  al pretender explorar sus sentimientos y dejar constancia de ellos en su obra. Las situaciones anímicas que Filoctetes experimenta, como el sufrimiento físico, el resentimiento, la confianza o desconfianza, el enojo y otros son un aliciente para el artista.

Dejando aparte las representaciones que lo muestran recibiendo el arco de Heracles, como un modelo de amistad, cuando le ayuda a prender fuego a la pira que ha de consumirlo, nos centramos en las que lo sitúan en la isla de Crisa, en Lemnos y en el campamento aqueo.

Filoctetes es un héroe de la leyenda troyana, reputado como el mejor arquero del ejército aqueo,  aunque, salvo su cita en el catálogo de las naves del canto II de la Ilíada, no esté presente en los acontecimientos narrados por Homero en el poema. Su intervención en la guerra tiene lugar durante el viaje de ida de la expedición y en el asedio final a la ciudadela de Príamo, con el antecedente significativo de su recuperación para el combate desde la isla de Lemnos. 

Sabemos que la leyenda de Filoctetes fue tema de inspiración en los ciclos pictóricos de la Atenas clásica, en los que se reflejaba tanto el episodio en que es mordido por la serpiente, con el correspondiente dolor físico y  la soledad de su estancia en la isla de Lemnos, como la embajada que pretende llevarlo a Troya. Coincidiendo con el evento político que supuso la entrada de la isla de Lemnos en el año 447 a. C. en la liga encabezada por Atenas, la ciudad le encarga al pintor Aristofonte, hermano del también pintor Polignoto de Tasos, un cuadro que debía representar a Filoctetes herido en aquella isla.

No se conserva la pintura de Aristofonte, que Plutarco pudo ver y, como él mismo dice, disfrutar de su contemplación, pero podemos hacernos una idea en las representaciones pictóricas de la cerámica que indudablemente recogen el modelo de los pintores de su tiempo.

El pintor Hermonax, en 450 a. C. es el que reproduce lo pintado por Aristofonte en un stamnos ático de figuras rojas que se encuentra en el museo del Louvre procedente de Cerveteri (Fig. 1). Filoctetes en el islote de Crisa yace tumbado en el suelo al lado del altar de la diosa local del mismo nombre, una advocación de la diosa Atenea después de que la serpiente, que aparece en el lado izquierdo, enrollada, le haya mordido en el pie. Vemos al héroe sin barba, coronado, con manto, en escorzo, con el rostro reducido a tres cuartos. La tensión de las mejillas y la abertura de la boca expresan el sufrimiento que le produce la herida incurable. Los compañeros rodean al héroe e intentan ayudarle. Sobre ellos se pueden leer los nombres de Agamenón, Aquiles y Diomedes (Fig. 2).

El tema del abandono y soledad de este precursor Robinson ha sido recogido también en un lécito ático de figuras rojas fechado hacia el 430 a. C. que se conserva en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York (Fig. 3). Vemos a Filoctetes sentado sobre una roca bajo un árbol, lo que pretende reflejar el paisaje agreste de la desierta isla de Lemnos, donde ha sido abandonado. Su aspecto es descuidado, como indican sus largos cabellos y barba. Va vestido con un “chitón” corto y tiene el pie izquierdo vendado y se sujeta la rodilla con la mano.  A sus pies está el carcaj con las flechas y el arco que recibió de Heracles cuando le acompañó a la pira. La herida  le ocasiona grandes dolores tanto físicos como psicológicos, como quiere reflejar la expresión del rostro.

Años  más tarde es el pintor Parrasio de Éfeso, activo en Atenas en el último cuarto del siglo V a. C., el que pinta de nuevo el tema de Filoctetes herido, de una manera más profunda y más introspectiva que lo había hecho Aristofonte, expresando claramente el dolor que sentía el héroe, noticia que conocemos gracias a Plinio (Historia Natural XXXV, 67).

El modelo de Parrasio se puede reconocer en la figura de Filoctetes esculpida por el orfebre Quirísofo en la copa de plata hallada en Hoby  (Dinamarca) que se conserva en el Museo Nacional de Copenhague, del siglo I a. C. (Fig. 4) y que nos muestra el tercer tema iconográfico referente a Filoctetes, el de la embajada de los aqueos a Lemnos con la intención de llevarse su arco y flechas. Aparece el héroe sentado en una roca, levantando con fuerza un brazo por encima de la cabeza mientras que con el otro se apoya en el bastón que le ayuda a caminar. El rostro atormentado refleja el tremendo dolor físico que le ocasiona la herida del pie, que se muestra bien vendado. Al lado de Filoctetes se encuentra sentado Odiseo, tocado con el sombrero característico del viajero, intentando convencerlo para que lo acompañe y a su lado Diomedes, que según otra versión fue quien acompañó a Odiseo, o bien el joven Neoptólemo (Fig. 5) que pone la mano en el arco del héroe.

En una crátera de campana de figuras rojas de Sicilia de alrededor del 380 a. C. que se encuentra en Siracusa, en el Museo Archeologico Regionale (Fig. 6) vemos a Filoctetes en el centro, en el interior de la caverna en donde habita en la isla desierta y de cuyas paredes  cuelga su arco. Unos personajes rodean la cueva.  A la derecha se ve la parte superior del cuerpo de Odiseo, tocado con su típico gorro pilos y llevando una espada en la mano, en diálogo con una figura femenina que puede ser una personificación de la isla o una ninfa de la gruta. A la izquierda está la diosa Atenea, reconocible por su indumentaria guerrera típica, que habla con un joven que probablemente es Neoptólemo, o bien  Diomedes.
        
Una representación muy similar encontramos en una urna etrusca  del siglo II a. C. del Museo Guarnacci de Volterra (Fig. 7) que nos muestra un Filoctetes a la puerta  de su cueva enmarcada por dos frondosos árboles, con un aspecto salvaje, desnudo, con el manto sobre la pierna cuyo pie está vendado, largos cabellos y barba descuidada. Fuera, a ambos lados, están Odiseo y Neoptólemo en actitud de salir.

Un último tema iconográfico referente a Filoctetes es el de su curación en el campamento aqueo por el médico Macaón  que encontramos en las incisiones de un espejo etrusco de finales del s V o principios del IV a. C. (Fig. 8). En él Filoctetes está de pie contemplando cómo actúa el médico que sana la herida con un material quirúrgico.

Sabemos que Pitágoras de Regio en el segundo cuarto del siglo V a. C.  hizo una estatua de Filoctetes. Escenas de la leyenda del héroe aparecen también en gemas y monedas desde el siglo II a. C.

Tenemos que llegar al siglo XVIII para encontrar de nuevo en las artes plásticas, pintura y escultura, la representación de Filoctetes, tema propuesto en las Academias de Bellas Artes de Francia e Italia tanto en el momento de su soledad en la isla como sobre todo de la embajada de Odiseo y el joven Neoptólemo a Lemnos, que tiene como fuente la tragedia “Filoctetes” de Sófocles.

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