miércoles, 5 de noviembre de 2014

PRESTIGIOS MÍTICOS DE LEMNOS

El catedrático de filología griega de la Universidad Complutense de Madrid Carlos García Gual escribe para nuestro blog el artículo “Prestigios míticos de Lemnos”,  aproximación a la mitología de la isla de Lemnos. 

Carlos García Gual es una de las figuras clave de la Filología y la Traducción en el mundo hispánico. Escritor, filólogo, crítico y traductor, entre su extensa obra, se encuentran libros como Los orígenes de la novela, Primeras novelas europeas, Epicuro y Diccionario de mitos. Como crítico literario ha publicado reseñas de libros en diversos medios como El País, Revista de Occidente o Claves de razón práctica. Director de la colección “Biblioteca Clásica Gredos” y editor de la revista Historia National Geographic. Ha sido galardonado en dos ocasiones con el Premio Nacional de Traducción y obtuvo el Premio de Traducción Fray Luis de León por su versión de Vida y hazañas de Alejandro de Macedonia de Pseudo Calístenes.

PRESTIGIOS MÍTICOS DE LEMNOS
escrito por Carlos García Gual

Tortuosa y volcánica, como corresponde a sus mitos, la isla de Lemnos donde vino a caer lanzado desde el alto Olimpo el dios Hefesto, vaga solitaria al norte del mar Egeo. Sobre quién arrojó desde la morada celeste de los dioses al dios del fuego y de la fragua hay dudas. ¿Fue acaso su propia madre, la irritable Hera, disgustada por su fealdad, o su padre Zeus, enojado por su intervención en las peleas domésticas, tal como se nos cuenta en el primer canto de la Ilíada?  El caso es que de la descomunal caída quedóse el buen  Hefesto cojo, defecto muy notorio en la familia de los bellos dioses griegos. Cierto que esa cojera está compensada por su maestría técnica y para atender al fuego de la fragua basta con tener oficio y buenos brazos. Por otra parte, también en otras mitologías hay dioses del fuego cojos y tortuosos. Hefesto se casó luego con la más hermosa  y frívola de las diosas, la sutil y engañosa Afrodita. Y conservó en la isla de Lemnos un muy antiguo culto, en cuevas de ritos mistéricos, como los de los Cabiros, extrañas figuras ligadas al fuego y a iniciaciones misteriosas.

Mucho después del famoso batacazo divino,  las mujeres de Lemnos irritaron a Afrodita  y ésta las castigó infundiendo en ellas un mal olor corporal que alejaba de ellas a sus esposos, que las rehuían por apestosas y preferían para todo trato sexual a las vecinas mujeres tracias, sin duda más perfumadas. Pero las lemnias se enfurecieron y, conjuradas para tomar venganza, mataron a todos los hombres de la isla. Tan sólo la princesa Hipsípila pudo poner a salvo furtivamente a su padre, el viejo Toante. En fin, la isla quedó habitada sólo por mujeres. Hasta que allí llegaron, en su nave Argo, con rumbo hacia el Mar Negro, los argonautas capitaneados por el heroico Jasón. Entonces las audaces lemnias tuvieron trato amoroso apresurado con los héroes viajeros y de esos amores nacieron los nuevos pobladores masculinos de la isla.

Según la tragedia Filoctetes de Sófocles,  la isla parece que estaba desierta cuando los aqueos, acaudillados por Agamenón en su expedición contra Troya, abandonaron allí al quejumbroso  Filoctetes, con una pierna llagada, apestosa e incurable, a causa de la herida de la mordedura de una serpiente. Allí , solitario y sin otro recurso que su arco (el que le diera el moribundo Heracles) Filoctetes, como un helénico y amargado Robinsón, se mantuvo durante casi diez años hasta que los griegos volvieron a rescatarlo, pues un oráculo había profetizado que sólo con el arco de Heracles se tomaría Troya. Y por eso Neoptólemo y Odiseo acudieron para llevárselo a Troya, tal como relata la tragedia.   

Pero en la Ilíada la isla está mencionada varias veces como "la  muy divina Lemnos" y una como la "humeante Lemnos". Homero cuenta que fue allí donde los aqueos vendieron como esclavo al desdichado Licaón, hijo de Príamo, cautivado por Aquiles y que, por otra parte, de allí enviaba Euneo, hijo de Jasón e Hipsípila, ánforas de vino lemnio a los reyes aqueos.

No deja de ser curioso que por dos veces -en el caso de las lemnias y en el de Filoctetes- se mencione el mal olor como causa del abandono. ¿Acaso en Lemnos, la "humeante" y "muy divina" había alguna zona maloliente de aguas sulfurosas o algo parecido?
               

2 comentarios:

  1. ¿Por qué no escribís Limnos? Así la llaman los limniotas y el resto de los griegos. ¿Qué problema hay con la transcripción?

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    1. Hola Mabel. Las tres traducciones más importantes al castellano de la tragedia "Filoctetes" y que han sido la base para escribir el guión de Lemnos, se refieren a la isla como Lemnos y por ello hemos mantenido esa transcripción. Un cordial saludo.

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